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martes, noviembre 4, 2025
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Venezuela hoy: supermercados llenos, bolsillos vacíos

En el este de Caracas, un hombre mayor observa el precio de la carne y se queja: “Ya no se podrá comer carne”, dice mientras deja el paquete en el estante. A pocos metros, una mujer llena su carrito con productos importados sin mostrar preocupación. En otra caja, alguien devuelve parte de su compra. “No hay dinero que alcance”, comenta.

Esta escena refleja una paradoja que se vive en Venezuela: los anaqueles están abastecidos, pero muchos no pueden pagar lo que contienen. La experiencia de compra varía incluso dentro de un mismo supermercado, y las diferencias entre zonas urbanas y rurales son cada vez más marcadas.

Mientras se habla en los pasillos sobre tensiones con Estados Unidos y maniobras militares en el Caribe, muchos venezolanos admiten que no tienen cómo hacer compras preventivas “por si acaso”.

Hoy, los supermercados muestran una oferta diversa, con productos de Colombia, Brasil, Europa, Asia y Estados Unidos. Pero buena parte de ellos están fuera del alcance de la mayoría. Aunque algunos precios siguen en bolívares, muchos se expresan en dólares bajo la etiqueta “REF”.

Ya se ven productos navideños como hojas de hallaca y pan de jamón, tras el anuncio del presidente Nicolás Maduro de adelantar las celebraciones desde el 1º de octubre.

El gobierno asegura que la economía está en recuperación, con 17 trimestres consecutivos de crecimiento. Maduro estima que el PIB crecerá 9 % en 2025, impulsado por el turismo, la minería y el petróleo. También se afirma que el país produce el 97 % de los alimentos que consume.

Sin embargo, el economista Asdrúbal Oliveros advierte que la economía está marcada por una fuerte desigualdad. “No hay una única foto del país”, afirma. Las empresas deben fijar precios según la tasa oficial, aunque sus costos reales se basan en el dólar paralelo, lo que distorsiona los precios y eleva el costo de vida.

En junio de 2024, la brecha entre ambas tasas era del 10 %. Hoy supera el 50 %, lo que complica la operación del sector privado. Los comerciantes ajustan precios en dólares o usan la tasa más alta publicada por el BCV, generalmente el euro. Esto genera confusión: si se paga en bolívares, se usa la tasa en euros; si se paga en dólares, se mantiene el monto.

Un ejemplo claro: un cartón de 24 huevos puede costar US$ 5. Si se paga en bolívares a la tasa oficial, equivale a US$ 3,2. Las familias deben decidir entre ganar más en divisas o reducir su lista de compras. El salario mínimo integral ronda los USD 160 A.

El consumo privado creció 4 % en el primer semestre de 2025, concentrado en alimentos, medicinas y productos básicos. Rubros como ropa, recreación y mantenimiento del hogar siguen en caída. El Banco Central aún no publica cifras oficiales, pero la ONU reportó un aumento del 5,9 % en 2024 A.

En Caracas, una comerciante vendió solo dos prendas en ocho días. Otros negocios ofrecen descuentos si se paga en dólares en efectivo o por transferencia internacional, pero no aceptan billetes deteriorados.

Hoy, el 90 % de las transacciones minoristas se hacen en bolívares, mientras que el uso de efectivo en divisas cayó 37 % entre noviembre de 2024 y abril de 2025. La inflación interanual en bolívares supera el 200 %, según estimaciones privadas A.

Aunque ya no hay escasez severa, la capacidad de compra sigue siendo el principal obstáculo. Oliveros señala que sectores como alimentos, medicinas y petróleo muestran dinamismo, mientras que la construcción y la manufactura siguen en declive.

En Caracas conviven pensiones de menos de un dólar con restaurantes de lujo que abren y cierran rápidamente. Algunos centros comerciales están llenos, otros vacíos. Hay quienes pagan hamburguesas en cuotas, en un país donde el crédito es escaso.

Oliveros estima que el 40 % de los venezolanos vive en condiciones precarias, con un alto porcentaje de adultos mayores que dependen de ayudas estatales. “Las burbujas de consumo en Caracas representan solo una parte de una Venezuela marcada por realidades múltiples y desiguales”, concluye A.

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