La tensión en el Caribe se intensificó luego de que Estados Unidos ejecutara un ataque contra una embarcación vinculada a Venezuela. El hecho generó una inmediata reacción de Moscú, que calificó la acción como una amenaza directa a la estabilidad regional y advirtió que cualquier agresión contra Caracas podría tener repercusiones “graves e irreversibles”.
El gobierno ruso expresó su respaldo a Venezuela y condenó el incremento de la presencia militar estadounidense en aguas cercanas. Según el Kremlin, este tipo de operaciones no solo elevan el riesgo de confrontación, sino que también ponen en entredicho los esfuerzos diplomáticos para mantener la paz en la región.
Por su parte, autoridades venezolanas denunciaron que la ofensiva de Washington constituye una violación de la soberanía nacional y solicitaron apoyo internacional para frenar lo que consideran una escalada militar injustificada. Caracas insiste en que la cooperación con Rusia es clave para enfrentar la presión estadounidense y garantizar la defensa de sus intereses estratégicos.
La comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de estos acontecimientos, mientras organismos multilaterales evalúan posibles medidas para evitar que la crisis derive en un conflicto de mayor alcance. El Caribe, convertido en escenario de disputas geopolíticas, se perfila como un nuevo foco de tensión global.
